José “Pepe” Galante, el apasionado revolucionario del vino

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Es conocido en la historia del vino argentino como el padre de la vitivinicultura
moderna y sus creaciones son altamente calificadas a nivel mundial.
Un hombre cuya visión elevó la calidad de nuestra producción.

Durante la década de los 80, la vitivinicultura argentina atravesó por un cambio de paradigma que no sólo renovaría sus procesos de producción sino que, además, resignificaría la manera en la que concebimos la cultura del vino local. La llamada “revolución vitivinícola” fue un hecho trascendental que significó el posicionamiento de nuestro país como un referente de excelencia a nivel mundial, y que hoy inspira a las nuevas generaciones de enólogos a superar los límites de lo establecido.

José “Pepe” Galante, enólogo y propietario de la Bodega Puramun, es considerado como el padre de la vitivinicultura moderna en Argentina precisamente por ser el pionero de esta revolución. Descendiente de inmigrantes italianos, su infancia transcurrió entre viñedos y rodeada de pasión por el vino. “Mi nono y mi papá trabajaron toda la vida en el mundo del vino, por lo que la vitivinicultura estuvo siempre presente en nuestra vida familiar”, cuenta Galante, quien aseguró que, de todos modos, no fue fácil su elección vocacional: “No estaba en mis planes estudiar Enología. En un principio, había rendido el ingreso a la Facultad de Ciencias Económicas, pero luego hubo algo interior que me dijo: `No, esto no es para vos´. Tendría que ir a un psicólogo para develar ese misterio, porque después de ese `click´, automáticamente me inscribí en la Facultad de Enología, una carrera poco habitual en ese entonces y sin el glamour que tiene ahora”.

Egresado de la Facultad Don Bosco (la primera de Latinoamérica en ofrecer formación universitaria para interpretar los fenómenos del vino) con el título de Licenciado en Enología e Industria Frutihortícola, se desempeñó durante tres décadas y media como Jefe de Enología en la reconocida Bodega Catena Zapata (1976 – 2010), ubicada en Luján de Cuyo. Fue allí donde, junto a Nicolás Catena Zapata, logró revolucionar la industria vitivinícola, convirtiendo a la bodega en la primera de Argentina en exportar vinos finos.

Según destaca en su historia Catena Zapata, previo a los años 80, Francia mantenía la supremacía en los mercados internacionales como productor de calidad, y únicamente Estados Unidos, con sus vinos californianos, se posicionaba como su principal competencia con la exportación de Cabernet Sauvignon y Chardonnay. Argentina, cuyo gobierno militar atravesaba una fuerte crisis política y económica, sólo producía vinos a granel, al igual que Chile. Pero no pasaría mucho tiempo para que nuestro país rompiera con esas estructuras.

“Apostamos al futuro del vino argentino sabiendo que la clave estaba en producir para los mercados internacionales”, señala Galante, y agrega: “Me tocó liderar el equipo de Enología junto a Pedro Marchegui, quien se ocupaba de la parte agrícola. Realmente fue maravilloso haber sido partícipe activo de todo ese fenómeno que ocurrió en el país. Pudimos develar el potencial que tiene el vino argentino, y hoy está posicionado y reconocido en el mundo como un producto de gran calidad”.

En el año 2010, Galante pasó a sumarse al equipo de Bodegas Salentein (donde aún trabaja), entusiasmado por lo que significaba para él trabajar en el Valle de Uco. “El Valle de Uco es apasionante. Es como un anfiteatro en la montaña que te permite cultivar el mismo varietal a distintas alturas. Empecé a visitarlo hace ya muchos años, allá por principios de los 90, y me enamoré de ese lugar”, manifiesta el enólogo.

Ese mismo año también nació su actual proyecto familiar: Puramun. Hoy, a sus 67 años, y tras una larga y prestigiosa trayectoria en la enología, su búsqueda se enfoca en ofrecer al mundo la mejor expresión del Valle de Uco en cada copa de Malbec, Chardonnay y Co-fermented, sus tres creaciones y motivos de orgullo.

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